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Carrera 16A No. 76-12, Bogotá
Fecha: 14 de noviembre de 2015
Asistentes: Mery, Yolima, Yennifer, Catalina, Lina, Belkis, Jennyfer, Martha, Rocío, Ana María, Lity, Natalia y Pamela.
Ubicado a dos cuadras de la estación de transmilenio de la calle 76, este es un pequeño restaurante que ofrece a sus clientes suculentos desayunos y deliciosos almuerzos a módicos precios. Este día por fin todas las chicas del grupo nos encontrábamos reunidas, 13 en total… sin contar, claro está, a los dos hombres que se infiltraron en nuestra reunión: el chef y su hermano. El primero se llama Alejandro y es, de acuerdo con la chica con más años de experiencia dentro del grupo, todo un bombón. Es un gran cocinero, con un buen desempeño tanto en lo dulce como en lo salado, y una gran disposición para atender a los comensales a la mesa con paciencia y amabilidad. El hermano del chef, otro bombón de ojos azules, resultó en nuestra cita dada la cercanía del restaurante a su trabajo… o eso dijo, vaya uno a saber si no iría buscando alguna otra cosa, o dama, que se le hubiera perdido.
Varias mesas fueron unidas
en el fondo del restaurante para forma un gran comedor en el que pudiéramos sentarnos
todas juntas. Muy puntuales fuimos llegando y
comenzando a echar chisme como si no hubiera un mañana para volvernos a
encontrar. Las carcajadas volaban por aquí y por allá, y de repente, empezaron
a llegar los platos de comida. Vale la pena aclarar que esta vez el plan era de
almuerzo, pues el restaurante no ofrece servicio de cena. El chef Alejandro tenía
preparado para el harén de chicas una serie de platos con varios tipos de
carnes, papitas criollas y trocitos de chorizo. Además, suministró varias porciones
de ensalada, con una vinagreta muy deliciosa debo reconocer. Cada chica tomaba
la porción que deseaba de la picada y disfrutaba del almuerzo. Solo con la
comida en la boca llegaron a cesar las risas… y menos mal, porque los otros
comensales que entraban al restaurante empezaban a encontrar extraña esa
reunión tan peculiar de tantas mujeres de tantas generaciones. Sencillo
pero muy bien preparado, el almuerzo, que estuvo acompañado de jugo de fruta
natural o limonada, con azúcar o sin azúcar para todos los gustos, fue todo un
éxito.
Todas parecíamos estar satisfechas, pero
a la vista del postre, los jugos gástricos hicieron sus labores y destinaron un
espacio adicional en los estómagos para la delicia que se aproximaba… y con
delicia me refiero a la torta que traía el mesero, no al mesero en sí como
algunas bien podrían considerar.
Nuestro querido chef había preparado un
cheesecake con salsa de ruibarbo, y para todos aquellos que desconozcan esa
vaina, el ruibarbo es una verdura de tallo comestible de la cual, no me
pregunten cómo, el delicioso… perdón, el chef, logro sacar una salsa muy rica.
Tan bueno estaba el postre que no hubo tiempo ni pa’ esperar el tinto, los
platos quedaron limpios y relucientes, y las chicas bellas y sonrientes después
de tan grato almuerzo. La única observación que tengo al respecto es la
siguiente: yo personalmente, la bella dama que escribe este artículo, soy muy buena para el dulce, y el postre me encantó. Sin embargo, noté que algunas de
las otras damas encontraron la sobremesa un tanto dulce, por lo cual le sugeriría
al chef, con toda la humildad que una damisela de paladar poco fino, que complementase
su plato con algún sabor que le bajara un poco la dulzura al postre.
Con barriga llena y corazón contento, algunas
de las damas debieron irse a atender otras actividades y dejaron el recinto…
pero así como salieron unas, entraron otros, entre esos un caballero que llego a
irrumpir la paz femenina que se respiraba en el aire… aunque debo reconocer que
nos hizo reír y pasar un buen rato.
Estoy muy contenta de haber compartido
con las chicas, y algunos chicos metiches, en Once Onzas, el restaurante de
Alejandro Correa. No es un restaurante con luz de velas ni meseros encorbatados,
sino con luz de bombillo y mesero-cocinero multiusos; no es un restaurante para
ir a comer carne a la no sé con sí sé cuantas, pero sí un lugar muy agradable para
disfrutar una comida casera con un toque de finura, preparada por un chef
casero con un toque de dulzura.
Muchas gracias y que se repita.
Calificación: 4,5/5
Deliciosa experiencia!
ResponderEliminarComparto opinión y calificación.
Adicionalmente, el diligente chef nos ofreció como entrada una rica sopa de verduras. Los jugos ricos. El postre con salsa de ruibarbo delicioso y el contraste con el café muy agradable.
Los precios cómodos.
Restaurante práctico, cerca a transmilenio, con parqueadero público al frente. Ideal para desayunar o almorzar en días de rutina normal, encontrando ambiente agradable, con buena energía y comida deliciosa,
¿Se puede volver? Definitivamente!
Definitivamente este fue un día inolvidable para Solo Chicas. El chef, el restaurante, la comida, el servicio, el ambiente y la compañía fueron inigualables. La calificación más que merecida. Todo muy rico. Super recomendado 😃
ResponderEliminarOnce onzas amplió su área de servicio hace poco y es todavía más agradable y práctico. Lo visito con frecuencia. ¡éxitos! .
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